La angustia es un estado depresivo sin conexión con el alma.Es la mirada a un pasado doloroso con temor al presente sin asidero.
La angustia promueve el malestar emocional, alejando la mirada hacia el espíritu, desconectando el ser con la conciencia, enalteciendo la desilusión construida en el mundo de la vanidad y los apegos.
La angustia es muy parecida a la parábola del trigo y la cizaña, sembrada y crecida para destruir lo hermoso. La angustia la generas tú con la inseguridad que otorga el no despertar con fortaleza y la produce, el o los otros con sus expectativas. Lo que equivale a decir , que para que haya angustia, deben haber dos o más sujetos, sea este contexto, sean estos individuos, la angustia sería entonces, el fruto de la correlación o articulación de dos o más sujetos en acción.
Si asumimos que el Cristo permanece en nosotros, nos preguntaremos, cómo puede crearse la angustia en cuerpos físicos activos, llenos de luz. Entonces volvemos a la parábola del trigo y la cizaña, mientras no tengas fe, mientras no creas desde el corazón que la luz de Dios vive en ti, vendrá la angustia a desactivar la armonía en tu vida y crecerá ella, como la mala hierba en tu granero de amor.
Jesús como maestro nos diría así: Deja que crezca la angustia, porque al crecer podrás ver la diferencia entre tu estado puro impregnado del amor de Dios y el desorden emocional en el que vives, por permitirle su entrada. Entonces, es allí, cuando la cortarás desde su raíz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario