jueves, 28 de junio de 2012
Paulo Coelho
Un guerrero de la luz comparte con los otros lo que sabe del camino.
Quien ayuda, siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió. Por eso, él se sienta alrededor de la hoguera y cuenta cómo fue su día de lucha.
Un amigo le susurra: “¿Por qué revelas tan abiertamente tu estrategia? ¿No ves que actuando así corres el riesgo de tener que compartir tus conquistas con otros?”
El guerrero se limita a sonreír, sin responder. Sabe que si llegara al final de la jornada a un paraíso vacío, su lucha no habría valido la pena.
El guerrero de la luz aprendió que Dios usa la soledad para enseñar la convivencia.
Usa la rabia para mostrar el infinito valor de la paz. Usa el tedio para resaltar la importancia de la aventura y del abandono.
Dios usa el silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras. Usa el cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar. Usa la enfermedad para resaltar la bendición de la salud.
Dios usa el fuego para enseñar sobre el agua. Usa la tierra para que se comprenda el valor del aire. Usa la muerte para mostrar la importancia de la vida.
El guerrero da luz antes de que se la pidan.
Cuando ven esto, algunos compañeros comentan: “Quien necesita algo lo pide”.
Pero el guerrero sabe que existe mucha gente que no consigue —simplemente no consigue— pedir ayuda. A su lado existen personas cuyo corazón está tan frágil que comienzan a vivir amores enfermizos; tienen hambre de afecto, y vergüenza de demostrarlo.
El guerrero las reúne alrededor de la hoguera, cuenta historias, reparte su alimento, se embriaga junto con ellas. Al día siguiente, todos se sienten mejor.
Aquellos que miran la miseria con indiferencia son los más miserables
domingo, 17 de junio de 2012
Oración para la libertad
Creador del Universo, hoy te pedimos que compartas con nosotros una fuerte comunión de amor.
Sabemos que tu verdadero nombre es Amor, que comulgar contigo significa compartir tu misma vibración, tu misma frecuencia, porque tú eres lo único que existe en el Universo.
Hoy te pedimos que nos ayudes a ser como tú, a amar la vida, a ser vida, a ser amor. Ayúdanos a amar como tú, sin condiciones, sin expectativas, sin obligaciones, sin juicios. Ayúdanos a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos sin juzgarnos, porque cuando nos juzgamos, nos hallamos culpables y necesitamos ser castigados.
Ayúdanos a amar todas tus creaciones de un modo incondicional, en especial a los seres humanos, y sobre todo a las personas que nos rodean: a nuestros familiares y a todos aquellos que nos esforzamos tanto por amar. Porque cuando los rechazamos, nos rechazamos a nosotros mismos, y cuando nos rechazamos a nosotros mismos, te rechazamos a ti.
Ayúdanos a amar a los demás tal como son, sin condiciones. Ayúdanos a aceptarlos como son, sin juzgarlos, porque si los juzgamos, los encontramos culpables y sentimos la necesidad de castigarlos.
Limpia hoy nuestro corazón de todo veneno emocional, libera nuestra mente de todo juicio para que podamos vivir en una paz y un amor absolutos.
Hoy es un día muy especial. Hoy abrimos nuestro corazón para amar de nuevo y para decirnos los unos a los otros: «Te amo», sin ningún miedo, de verdad.
Hoy nos ofrecemos a ti. Ven a nosotros, utiliza nuestra voz, nuestros ojos, nuestras manos y nuestro corazón para compartir la comunión del amor con todos.
Hoy, Creador, ayúdanos a ser como tú. Gracias por todo lo que recibimos en el día de hoy, en especial por la libertad de ser quienes realmente somos. Amén.
Don Miguel Ruiz.
miércoles, 13 de junio de 2012
La belleza de nuestra alma
Abriendo la puerta de los milagros – 11 de junio de 2012 – por Karen Berg
En términos kabbalísticos, el cuerpo es como la tierra, y el alma es la parte que tiene que ser cultivada y nutrida para ser fructífera. La única forma en que nuestra alma pueda dar frutos en este mundo es si nos damos una oportunidad para escucharla. En otras palabras, necesitamos tomar la decisión proactiva de conectar con aquella parte de nosotros que está más allá del aspecto físico, nuestra alma.
Lo que ocurre la mayor parte del tiempo, sin embargo, es que estamos tan ocupados haciendo cosas (trabajo, personas, negocios, familia) que no nos tomamos el tiempo para ver la belleza que está dentro, el tiempo para hablar con nuestra alma y preguntarle qué quiere de nosotros.
Leí dos historias inspiradoras esta semana. Una era sobre una joven mujer quien creó una librería para niños sin hogar para que pudieran leer antes de irse a la cama. La otra fue sobre una joven mujer de una comunidad de Somalia en Minnesota quien estableció una fundación para otorgar a otras personas de Somalia las mismas oportunidades educativas que ella había tenido. Ambas mujeres lograron ir más allá de ellas mismas para traer algo poderoso al mundo, que es esencialmente nuestra misión como seres humanos.
El creador no nos colocó aquí para simplemente vivir, reproducirnos y morir. Él dio a cada uno de nosotros un trabajo específico por hacer para transformar el mundo en un lugar mejor porque hemos vivido en él. Esto no quiere decir que tenemos que volvernos activistas o cambiar cada caso de caos que veamos. Lo que quiere decir, sin embargo, es que necesitamos nutrir ese algo especial dentro, en nuestra alma, que nos dé la habilidad de ir más allá de nuestra naturaleza. ¿Cuál es nuestra naturaleza? Pensar únicamente en nosotros mismos.
Curiosamente, la paradoja de la vida es que cuando pensamos sólo en nosotros mismos, nunca estanos satisfechos. Por ejemplo, pudimos haber comido la mejor comida del mundo y salir del restaurante y decir: “¡Wow! Éste fue un gran lugar para comer”. Pero preguntémonos a nosotros mismos a cerca de esta fabulosa comida un mes después y seguramente no la recordaremos. Pero si vamos a un restaurante con una amiga y le damos algo que la ayude, o quizás la amiga comparte algo non nosotros, puedes estar seguro que recordaremos esa comida. ¿Por qué? Porque hubo un compartir involucrado, y la razón por la que estamos aquí en esta vida es para practicar el compartir tanto en la forma grande como en la pequeña, así como la joven mujer sobre la que leí esta semana.
Nuestro trabajo es manifestar nuestra alma en este mundo físico. De lo contrario, no hay propósito para nuestra vida; de lo contrario, podríamos ser animales y no lo somos. No olvidemos que nuestro cuerpo es sólo una prenda, y que conectamos con la fuerza de la Luz sólo a través de la belleza de nuestra alma.
La verdad es que somos adictos a sufrir, y eso está en automático. Simplemente lo actuamos como si fuera una sentencia aplicada por algún castigo merecido. Pero podemos cambiar nuestra dependencia robótica al sufrimiento por el regocijo absoluto de vivir. Es tan simple como eso.
La mayoría de los seres humanos son infelices, y uno de sus entretenimientos preferidos es quejarse y culpar al afuera por lo que les sucede. Puede tratarse incluso de personas exitosas, hermosas, famosas, pero siempre hay algo que está mal para ellas y que no les permite ser felices. Porque, en realidad, no importa lo que tengas, lo que importa es lo que eres en cada momento, lo que estás siendo en tu vida. Y el estar siendo, el ser, tiene que ver con lo interno y no con lo externo.
Las personas se quejan, eso es algo constante, y donde quiera que vayan, siempre habrá algo que esté mal, ya sea con el gobierno, con el medio ambiente, con el clima o con la economía. Estando en Suiza o en Australia, yo no podía creerlo, ¡allí también se quejaban de la economía! ¡Me quedé boquiabierta! y les dije: ¡Ustedes no tienen idea, ni siquiera saben lo que significa ser pobre o no tener! ¡Increíble!
Ahora bien, esto depende únicamente de la percepción. La percepción de quien está en la queja está enfocada en el “yo no tengo”, en “hay algo que necesito”, en “eso que él no quiere hacer y por eso no me hace feliz”, en “cómo se comporta mi madre”, en “lo que ella dijo”, en “lo que mi novio no hizo”, o en “el hijo problema”. Es el enfoque y la creencia o el juicio de que “siempre hay algo que falta” y “esa es la base de mi descontento y sufrimiento” y “si eso falta, es imposible disfrutar de nada más”.
Esta actitud se ejerce de una forma constante, y es porque eso mismo es la dualidad, y mi foco se transforma en el vehículo de percepción de esa dualidad. Entonces no podemos ver las cosas hermosas que suceden, ni apreciar lo pequeño y maravilloso que se desenvuelve en cada momento a nuestro alrededor, el milagro mismo y la magnificencia de la vida que late en nosotros y nos rodea.
¿Por qué sucede esto? Porque funcionamos en automático, robotizados, casi repitiendo respuestas a situaciones, sin ser concientes ni de nosotros mismos ni de nuestro entorno. No tenemos entrenamiento en la apreciación, en el agradecimiento, en lo que nos une, en el amor; por eso no es nuestro foco, por eso no podemos percibirlo así.
Pero, ¿y si lo tomamos como el desarrollo de un arte? No diferente a lo que sucede en la música, la pintura, la escultura o la danza, que para desarrollarse requieren aprendizaje y práctica, lo que es natural, más la repetición y el perfeccionamiento de la acción. En este caso, en el arte de disfrutar la vida, está ya dada la vida misma, a la que llegamos dichosos, o sea el don natural está, pero no lo hemos cultivado, y ahora decidimos desarrollarlo. Entonces, me enfoco en el amor, en la apreciación, en la gratitud; no me enfoco en la crítica, la queja o en ver únicamente lo que falta. ¿Qué te parece?
En la dualidad siempre habrá algo que esté mal, hasta que uno se transforma en tanto, pero tanto amor, que lo único que se puede ver es la perfección misma de todo lo que es.
Y allí la mente dice: ¡Eso es irreal! Pero no, ¡es la verdad! Porque el amor percibe solo la unidad dentro de la dualidad, elige la vibración más elevada, empuja al cambio. No seas un robot pasivo e indiferente, y así verás que te ocuparás de las cosas con mucha profundidad y presencia, pero no sufriendo por aquello que percibes como injusto sino elevándolo y contribuyendo con la belleza de ese estado de dicha. Ese es el poder del amor. Ese es el poder del amor, y al pulir tu arte, la obra maestra resultante vibrará en tal plenitud que siempre estarás feliz. Y será algo que tú has creado.
Te invito a que, en estas próximas semanas, por lo menos 3 o más veces al día, te enfoques en el cultivo de lo bello, en la apreciación de las cosas pequeñas, en encontrar aquello que puedes agradecer por todo lo que va aconteciendo. Y en aquellas áreas donde las cosas no van saliendo bien, también agradecer que esas experiencias te estén brindando la oportunidad de aprender, de cambiar, de pulir y perfeccionarte en descubrir la expansión de la dicha y el amor en tu vida cotidiana, en tu relación contigo mismo y con los demás, en tu relación con el planeta, en tus relaciones humanas en distintos niveles de profundidad.
Toma nota de tus descubrimientos y aprendizajes, observa tus cambios, detecta tus resistencias a cambiar, y entrégate a pulir esos aspectos con amor. Y goza del brillo de la dicha. Anota lo que quieres cultivar más.
Y entonces será como si un velo comenzara a caer de tus ojos: tu percepción comenzará a cambiar y gozarás tu obra, tu vida, tu creación, tu expansión de conciencia, disfrutando tu experiencia humana, siendo amor en acción. Con el paso de los días sentirás el amor que crece después del agradecimiento, porque sí, porque es tu sentir, tu obra maestra, tu vivir.
miércoles, 6 de junio de 2012
VER CON ALGO MÁS QUE LOS OJOS
Percibo cosas que no puedo explicar con palabras, pero son más claras que las palabras porque ni siquiera admiten interpretación. Se cuando las plantas están felices y cuando no. Y la felicidad de las plantas es más sencilla que la nuestra, porque cuando no están felices, es porque algo en el entorno no está bien, y no porque ellas estén "pensando" mal, porque no piensan. Esto lo percibo mirándolas.... cuando están bien las veo sanas, como si interiormente brillaran (y no lo digo metafóricamente), y cuando están mal, se nota que están deprimidas. Con el tiempo he aprendido a distinguir que es lo que necesitan que les cambie. Ahora adivino de inmediato que les pasa, aveces no les gusta el macetero, u otras veces no les gusta el lugar donde las puse, pero a todas les encanta la lluvia. Hay planas más independientes y otras más sensibles que necesitan más atención. Y no digo atención de tipo "regarlas", sino que atención de darles importancia.
Con las personas con las que me relaciono, me pasa que las percibo como sol o como hoyo negro, sin que hablen, sino con su sola presencia. Bueno también están las personas que no están ni radiantes ni oscuras, sino dormidas, que sólo físicamente están despiertas, pero esas pasan desapercibidas para mi así que es otro tema. En fin, cuando están como sol, no me llama tanto la atención, lo veo como algo normal, pero si me llama la atención cuando las veo sin brillo (literalmente), como hoyo negro. Se les va el brillo de los ojos, y uno se siente ultrajado con sus miradas, como si te estuvieran sacando algo de ti. Da un poco de miedo o asco. Su presencia es "apestosa" y cuando se te acercan uno siente como si tuviera un hoyo negro al lado tuyo. Como yo percibo esto, me alejo rápidamente, pero algunas personas que no perciben nada y sólo confían en su mente y en las cosas racionales se quedan y luego no entienden porque se contaminaron con agresividad, irritabilidad, rabia, pena o desesperanza. Por eso yo cuando digo que una persona está luminosa es porque realmente la veo brillando a través de sus ojos, y cuando una persona está sin brillo es porque realmente la veo como que algo le falta (aunque esa persona esté intentando parecer simpática o feliz, y esté actuando, o incluso antes de que hable).
Para la gente de campo, o quienes viven en la naturaleza y no están tan distraídos de si mismos, todas estas percepciones son tan naturales y comunes como su propio nombre, pasan a ser algo llamado "sentido común", porque es un sentido, y bien común. Pero cuando uno empieza desde niño a creerle todo a la mente, a lo racional, a lo que puede ser comprobado con pruebas experimentales con parámetros que no tienen nada que ver con el verdadero lenguaje de la naturaleza y la intuición, el sentido de la percepción extransensorial se atrofia. Es por la misma razón, que las personas que viven en entornos naturales o alejados de la turbulencia de las ciudades saben cuales plantas curan tales afecciones, saben qué significan ciertos comportamientos de los animales, de las nubes, y lo creen absolutamente, porque saben muchos de los secretos de la naturaleza, debido a que nunca se les atrofió la percepción extrasensorial. No lo creen por ignorancia - como piensan los que se les atrofió el tercer ojo-, sino que creen en esto porque lo "SABEN" con esa certeza tan auténtica como lo que se sabe de corazón.
Yo sólo uso esta percepción ahora para relacionarme con la gente. A las personas que las veo sol, me acerco feliz y sin ninguna barrera ni defensa, pero a las personas que las veo oscuras, no me acerco y las evito. Pero, si por cualquier razón me tengo que relacionar con ellas momentáneamente, internamente me pongo defensas y no les abro mi corazón. Cuando yo no abro mi corazón, soy sincera, pero me relaciono con la otra persona no desde una relación tu a tu, sino tu a extraño. Es decir, expreso mi opinión sin detalles, en lo justo y necesario, doy respuestas estándar, no debato nada con esa persona, todo lo que me diga me entra por una oreja y me sale por la otra, mentalmente me estoy protegiendo, y bueno, como no se puede tener intimidad con una persona con estos parámetros, naturalmente terminamos por distanciarnos tan rápido como el agua y el aceite. En cambio con las personas que sí abro mi corazón, no pongo ninguna barrera, soy sincera, cariñosa, y abierta.
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