lunes, 22 de junio de 2015

Heridas resiliencia

Soy fuerte porque fui débil


Soy fuerte porque fui débil, estoy en guardia porque fui traicionado, me río porque estuve triste y vivo el día de hoy porque el mañana no es seguro.
He tocado fondo y he podido sentir la dureza del suelo que antes pisaba, la vida me ha mordido con fuerza, he sido, soy y seré una persona vulnerable, he sufrido en mis pies verdaderos desgarros, he sentido mi corazón quebrantado por la injusticia y la traición, he esquivado menos golpes de los que he recibido.
Conozco el miedo y la desesperación tan de cerca que no he tenido más opción que confrontarlos. He impedido que el sufrimiento me quite la vida de forma prematura y todavía lucho por quitarme de la espalda el lastre que supuso en su momento el desequilibrio emocional que me sometió.
De todo ello me levanté y resurgí, por eso ahora estás ante una persona fuerte que tuvo y tendrá momentos de debilidad. No me escapo a ellos y estoy dispuesta a aceptar lo que me depare el futuro con entereza.
Me he dado cuenta de que cuando de verdad aprendemos es en lo momentos en los que se nos complica la vida. No podemos ir a la primera página de nuestro libro y rehacerlo todo de nuevo, así que lo importante es buscar una manera de renacer y seguir escribiendo nuestra historia.

blancanieves

Las lágrimas que limpian el alma

Solo déjame ser débil y llorar hoy, mañana volveré a ser fuerte.
A veces necesitamos llorar y no sabemos por qué. Solemos reprimirnos por miedo a lo que los demás puedan pensar o por el simple hecho de creer que hacerlo nos hace más débiles. Llorando logramos expresar lo que el corazón no puede.
A veces la gente llora, no porque sean débiles sino porque llevan mucho tiempo siendo fuertes y eso también desgasta. Si bien el llanto puede calmarnos, esto depende de la situación en la que nos encontremos y de nuestro estado anímico.
Por lo general, en estas situaciones en las que necesitamos llorar es bueno que lo hagamos, pues de alguna manera nos ayuda a descargar la angustia de vivir sometidos a los problemas de la vida.

Lagrimas

Aprender de la adversidad

Volví a sentir unas inmensas ganas de vivir cuando descubrí que el sentido de mi vida era el que yo le quisiera dar. Paulo Coelho
La vida es como un camino lleno de flores en el que también hay piedras. Los buenos y los malos momentos están a nuestra disposición para que hagamos con ellos lo que necesitemos. Se trata de ser fuertes y de aceptar el aprendizaje, sobreponiéndonos a las tormentas y liberándonos del resentimiento y del dolor: esto es la resiliencia.
Cuando nos golpean, algo fuerza a nuestro Yo interno a desarrollarse. Eso es algo que las personas que han sufrido conocen bien pues, tras un bache, podemos contemplar de manera más nítida nuestros límites y nuestras habilidades.
Esta es la diferencia entre la escuela y la vida. En la escuela primero aprendes una lección y luego te ponen a prueba. Y, en la vida, te mandan la prueba y luego aprendes la lección.
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Los malos momentos vienen solos, los buenos hay que salir a buscarlos

Nadie puede volver a atrás y hacer un nuevo comienzo, pero cualquier puede comenzar ahora y hacer un nuevo final.
Todo en esta vida es temporal, así que, si las cosas van bien, disfrútalas porque no durarán siempre. Y, si las cosas van mal, no te preocupes, tampoco serán para siempre. Los contratiempos y el sufrimiento son el pan de cada día, por lo que debemos estar abiertos a aprender la lección del dolor, pues es algo que aunque queramos no podemos evitar.
Se suele decir que cuando se aprende la lección el dolor desaparece, aunque queden cicatrices en nuestro cuerpo y en nuestra alma. No es que las personas que han sufrido en la vida hayan vencido al miedo y al dolor, sino que han aprendido que no se puede sanar lo que te niegas a afrontar.

lunes, 15 de junio de 2015

No me convienes

tóxicas

No me convienes…y por eso me alejo de ti


Me alejo de ti porque no le convienes a mi mente ni a mi corazón, porque dañas mi alma y eso… no me gusta. Te dejo partir y te deseo lo mejor, porque no quiero guardar feos rencores; no quiero que mi voluntad se inunde de sentimientos que solamente me dañan a mí.
Creía que eras un amigo, un buen vecino, un buen amor o un buen compañero de trabajo… pero al final mandó el tiempo, el que nos va marcando el día a día y he ido sintiendo como solo aportabas negatividad a mi vida y yo… yo me aprecio, me estimo, me quiero y porque dicen que “la caridad bien entendida empieza por uno mismo” no quiero, ni debo, ni puedo “seguir bailándote el agua” como un joven lazarillo que sigue a su despótico amo…
Porque a estas alturas he entendido que no me importa lo que piensen de mí, porque solo me importa sentirme bien conmigo mismo sin dañar a nadie… así es que me alejo “cantando bajito”… son discusiones, sin peleas, sin malos entendidos…
Pero sigue tú tu camino que yo seguiré el mío. Senderos que se bifurcan
Siempre te respetaré, porque el respeto forma parte de la manera en que entiendo la vida. De nada me sirve y nada me aporta mirarte con malos sentimientos. No quiero eso para mí, porque eso solo ensucia y endurece mi alma…
Por eso y porque no me gustan las guerras ni las armas ni los combates en el que siempre sale alguno herido, me voy en son de paz. Así me siento más feliz, siento que mi alma está limpia y sin rencores
Solo quiero rodearme de aquello que me aporta felicidad.
No quiero hacer nada por “compromiso”, a partir de ahora el compromiso lo tengo conmigo mismo… ¡el compromiso de ser feliz!
Dejar de poseer y amar en libertad y sin apegos excesivos es la clave de la evolución como pareja y como persona. Nuestro veneno letal se encuentra en la forma en que entendemos el amor, algo así como una sucesión eterna de concesiones, de sacrificio y de lucha contra uno mismo por el bienestar de la pareja.

aca

El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos

“El gran objetivo del ser humano es comprender el amor total. El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos; nosotros lo despertamos. Pero para que despierte, necesitamos del otro. El universo sólo tiene sentido cuando tenemos con quién compartir nuestras emociones”.
Once Minutos- Paulo Coelho
Precisamente es aquí donde pecamos la mayor parte de nosotros. Buscamos en los demás un complemento a nuestras carencias y a nuestras inseguridades sin pensar que la única salvación está dentro de nosotros mismos.
Cargamos en hombros ajenos el peso de nuestra vida, responsabilizándoles de nuestros éxitos y de nuestros fracasos, sobre todo de los emocionales. Esto nos deja vacíos, sin orgullo y sin satisfacción personal; al mismo tiempo que, por desgracia, destruimos todo germen de amor saludable que pudiéramos estar generando.
Así, nuestra dependencia crece y crece, deshaciendo el envoltorio de la autenticidad y de la identidad emocional que tendríamos que haber creado en nuestro interior.
sujetas

No nos damos cuenta de que si nos desprendemos de nuestros vendajes y de los parches que tapan nuestras heridas, podremos crear un lazo profundo y sincero con nuestro interior y con la persona que tenemos delante.
¡Dejémonos de excusas! El amor y la relación de pareja comienza, siempre y sin excepción, dentro de uno mismo. Si abonamos esa parcela, contagiaremos de frescura el resto de nuestro campo. Así, nos veremos crecer en vez de destruirnos.