lunes, 15 de junio de 2015

Dejar de poseer y amar en libertad y sin apegos excesivos es la clave de la evolución como pareja y como persona. Nuestro veneno letal se encuentra en la forma en que entendemos el amor, algo así como una sucesión eterna de concesiones, de sacrificio y de lucha contra uno mismo por el bienestar de la pareja.

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El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos

“El gran objetivo del ser humano es comprender el amor total. El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos; nosotros lo despertamos. Pero para que despierte, necesitamos del otro. El universo sólo tiene sentido cuando tenemos con quién compartir nuestras emociones”.
Once Minutos- Paulo Coelho
Precisamente es aquí donde pecamos la mayor parte de nosotros. Buscamos en los demás un complemento a nuestras carencias y a nuestras inseguridades sin pensar que la única salvación está dentro de nosotros mismos.
Cargamos en hombros ajenos el peso de nuestra vida, responsabilizándoles de nuestros éxitos y de nuestros fracasos, sobre todo de los emocionales. Esto nos deja vacíos, sin orgullo y sin satisfacción personal; al mismo tiempo que, por desgracia, destruimos todo germen de amor saludable que pudiéramos estar generando.
Así, nuestra dependencia crece y crece, deshaciendo el envoltorio de la autenticidad y de la identidad emocional que tendríamos que haber creado en nuestro interior.
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No nos damos cuenta de que si nos desprendemos de nuestros vendajes y de los parches que tapan nuestras heridas, podremos crear un lazo profundo y sincero con nuestro interior y con la persona que tenemos delante.
¡Dejémonos de excusas! El amor y la relación de pareja comienza, siempre y sin excepción, dentro de uno mismo. Si abonamos esa parcela, contagiaremos de frescura el resto de nuestro campo. Así, nos veremos crecer en vez de destruirnos.

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