lunes, 12 de marzo de 2012


No es fácil dejar ir a alguien de nuestras vidas, y mucho menos de nuestros corazones, recuerdos y pensamientos. Incluso después de la separación, seguimos pensando en ellos, visitando sus muros en el facebook, intentando saber algo de ellos, preguntándonos cómo sería si las cosas hubiesen sido diferente…

¡Pues ya basta! Esa actitud debe cambiar, ¡ya no más!

Dejar ir es una de las tareas más difíciles que tenemos los seres humanos a lo largo de nuestra existencia, puesto que muchas veces nos aferramos tanto a todo y a todos que pensar en soltar nos lleva casi hasta un ataque de esquizofrenia. Cuando esto sucede, debemos aceptar que hemos trascendido las barreras del amor hasta llegar al apego, situación en la que nos auto flagelamos y permitimos que los demás nos lastimen a su antojo con el fin de conservarles cerca.

No merecemos vivir llorando mientras aquel ser vive impunemente feliz, porque no nos digamos mentiras, el amor sincero no lastima, no castiga con ausencias, no seca los ojos de tanto llorar, no te da el beso de la muerte, no te llena de tristezas. Hoy es el día de decir ¡Ya no más! Hoy romperemos pulseras y cartas, borraremos fotos y correos, hoy dejaremos de llamar y de buscar, hoy quemaremos sueños y destruiremos lazos, hoy ya no le perseguiremos y permitiremos que el embrujo se esfume.

Porque nos merecemos un futuro lleno de felicidad, porque queremos estar con alguien que nos ame, porque la nostalgia no acabará con nuestro corazón, porque los malos recuerdos los hemos dejado volar, porque ya no volveremos a llorar, porque no permitiremos que nadie nos desgarre el alma, porque nos enamoraremos de un ser que se preocupe por nosotras y nos bendiga con la luz de su presencia.

Somos soles llenos de amor y esperanza, seguro lograremos que la niebla se disipe y el frio deje de quemar, porque JAMÁS volveremos a permitir que nadie oscurezca los radiantes colores de nuestra mirada.

Hoy digo ¡YA NO MÁS! Porque no permitiré que sigas construyendo la torre de tu ego con los escombros de mi sufrimiento y mi dignidad. Hoy no tengo miedo y voy a sonreír por cada una de las lágrimas que por ti derramé, hoy voy a sumarle fe a mi vida y no dejaré que sigas restándome esperanza, porque estoy segura de que me espera una vida llena de felicidad lejos de ti. ¡Que sea el cielo quien te ame, porque yo ya no quiero hacerlo!

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